Servicio completo, de Scotty Bowers


"Hace unas décadas mi buen amigo Tennesse Williams empezó a escribir el relato de mi vida y antes de que viera la luz le pedí que los destruyera. Ahora, en mis días de declive […], me siento obligado a contar mi historia. 


Walter Pidgeon

Pidge [Walter Pidgeon] y yo nos vimos de vez en cuando […], siempre para una sesión de sexo seguida de una generosa propina. Su preferencia era mamármela mientras se masturbaba. Llegaba al orgasmo en el mismo momento en que yo alcanzaba el mío. […] Siempre lo pasábamos en grande. 

Cole Porter

Ed [Willis] me tenía mucho cariño, sobre todo, creo, porque había sido marine. Otro que sentía una pasión ferviente por los marines era el compositor y letrista Cole Porter. […] La pasión de Cole era el sexo oral. Tranquilamente podía mamar treinta pollas, una tras otra. Y siempre tragaba. 

George Cukor durante el rodaje de Historias de Filadelfia

Enseguida simpaticé con [George] Cukor. Sin duda parecía un poco raro y nervioso, pero había en él algo fascinante. […] Me invitó a su casa en West Hollywood. […] Estaba Katharine Hepburn […], con un corte de pelo severo, muy corto y peinado hacia un lado a lo chico. […] Al igual que mi amigo Cole Porter, George sólo quería chupar pollas. Y lo hacía con una eficiencia rauda y fría. […] Siempre pagaba el servicio, fuera quien fuese el amante. […] No le interesaban las camas redondas ni las orgías. El sexo era una mera y breve distracción de la pasión que le devoraba, que era su trabajo.

Tyrone Power

[Tyrone Power] Era escandalosamente guapo. […] Las mujeres se derretían por él y se acostaba con bastantes de ellas, pero prefería con mucho a los hombres. […] Algunos de sus gustos sexuales eran bastante extraños y excéntricos […]. 
Le gustaba lo que vulgarmente se conoce como […] «lluvia dorada». […] Tyrone […] disfrutaba ocasionalmente cuando sus amantes —en especial señoritas— […] le defecaban encima. 

Randolph Scott y Cary Grant

Cary [Grant] compartía la casa con otro actor, Randolph Scott. ¿Necesito decir más? […] Los tres hicimos muchas travesuras juntos. Aparte de las mamadas habituales —ninguno de los dos follaba, o por lo menos no follaban a tíos, o por lo menos no a mí—, lo que mejor recuerdo […] fue que a Scott le gustaban mucho los arrumacos, y hablar, y era muy tierno. Grant también era agradable, pero Scott le superaba en caballerosidad. 

Katharine Hepburn

— Conozco su reputación, Scotty. Cuando tenga ocasión, ¿cree que podría encontrarme una morenita guapa? Que no esté muy maquillada. 
Le dije que por supuesto. Kate [Katharine Hepburn] me gustaba. Me importaba un bledo lo que dijese la gente de ella. […] En la vida real, sin maquillaje, su tez era espantosa. Pese a ello, yo la encontraba cautivadora. Poseía un magnetismo irresistible. Aquella cara imperfecta poseía una gran inteligencia. […] Con el tiempo llegué a presentarle a más de ciento cincuenta mujeres. 

Howard Hughes

En la película El aviador (2004), de Martin Scorsese, había escenas que insinuaban un amorío entre Katharine Hepburn y Howard Hughes, […] pero son totalmente inverosímiles. […] No sólo porque la querida Kate era lesbiana, sino debido a su pésimo cutis. 
A Hughes le proporcioné muchas chicas. […] Howard era más heterosexual que un toro y le gustaban las mujeres a rabiar pero, irónicamente, rara vez tenía contacto sexual con ellas. […] Si ella llevaba el menor asomo de un maquillaje que a él no le gustaba la obligaba a ducharse inmediatamente y a quitarse hasta el último rastro de cosmético. Y si, Dios no lo quisiera, tenía la más mínima imperfección o un grano, ni siquiera la tocaba. 

Errol Flynn

[Errol] Flynn tenía un acento inglés pulcramente cultivado. Parecía un tipo muy agradable, un auténtico caballero. 
— […] Me gusta la bebida añeja y las mujeres jóvenes. Muy jóvenes. Las dos cosas siempre forman una combinación agradable, ¿no le parece? […] No me importa que tenga dieciocho años con tal de que parezca y se comporte como una chica de entre, bueno, pongamos catorce y dieciséis. ¿De acuerdo? 
[…] Tenía un problema, un problema muy grande. No controlaba su hábito de beber. Siempre le ganaba la partida. 

Rita Hayworth

[Rita Hayworth] Era testaruda. Bella y con talento sí. Pero difícil, muy difícil. Tenía una veta malvada y tacaña. Por decirlo sin rodeos, era muy egoísta. 

Vincent Price

Vinny [Vincent Price] era claramente gay […]. Sin embargo, en 1974 se casaría con la actriz australiana Coral Browne […], y aunque ella era lesbiana —lo sé porque le organicé muchos líos con jovencitas en años posteriores—, la pareja se profesaba un gran afecto. Prácticamente no mantenían relaciones sexuales entre ellos, pero se querían mucho. A Vinny le proporcioné ligues durante años. El sexo con él era agradable, pausado, tierno. Poseía lo que sólo puede calificar de una especie de refinamiento. Era erótico, tentador, gratificante. Un erotismo de gran estilo. ¿Qué más puedo decir?

Los duques de Windsor

[Sobre los duques de Windsor:] Wallis compartía similares gustos bisexuales. Por eso se erigió en la candidata ideal para ser la cónyuge de Eduardo. Aunque la describieran como el gran amor de su vida y la persona por la que había abdicado del trono británico, en realidad era la compañera perfecta para una doble vida. A él le gustaban los chicos. A ella le gustaban las chicas. De vez en cuando incluso se acostaban juntos, pero esencialmente él era gay y ella bollera. […] A la pareja real le gustaba la variedad. […] A menudo me liaba yo mismo con Eddy. 

Henry Willson

[Henry Willson] Era gay y en el sexo asumía plenamente el papel dominante. Con él, nada de preámbulos ni de mamadas de polla. Henry solo quería follar y siempre estaba arriba. 

Spencer Tracy

[Spencer] Tracy era el hombre más campechano del mundo. […] Hablamos del falso idilio entre Tracy y Katharine Hepburn que la productora y los publicistas habían inventado para consumo público. La falacia había sido tan bien organizada que la prensa y el público la aceptaron sin dudar. […] Tenía el aspecto más viril del mundo y se comportaba como tal. […] Dejando de lado a Errol Flynn, rara vez he visto a alguien trasegar tanto con el alcohol como Spence. 
Un día […], después de que otra botella vacía de scotch quedara depositada en la mesa de café, empezó a desvestirme y me rogó que no lo dejara solo. […] Había bebido tanto que yo apenas entendía una palabra de lo que decía. […] Posó la cabeza en mi ingle, me agarró el pene y empezó a mordisquearme el prepucio. Era el último hombre en el mundo de quien yo esperaba una iniciativa semejante […]. 
A la mañana siguiente […] no dijo una palabra al respecto. Era como si no hubiera sucedido nada. Aquél fue el primero de los muchos encuentros sexuales que tuve con Spence. 

Laurence Olivier

Larry [Laurence Olivier] […] escondía secretamente su gusto por los chicos. Cuando venía solo me llamaba con frecuencia para que le concertara una cita con una rubia pechugona y un tío bien dotado para hacer un trío. Cada vez que le enviaba una pareja a su habitación de hotel […], me pedía una chica distinta pero muy a menudo solicitaba el mismo chico. 

Vivien Leigh

[…] Vivien Leigh, la mujer exquisitamente bella de Larry, […] era una persona muy nerviosa y padecía lo que actualmente conocemos como un trastorno bipolar. […] Era caliente, una mujer caliente. Muy sexual y muy excitable. Puesta en faena exigía una satisfacción plena y completa. […] Era estentórea. Chillaba y gritaba y se reía. Tuvo un orgasmo tras otro y cada uno era más estruendoso que el anterior. Aullaba y gritaba cada vez más fuerte. Intenté acallarla poniéndole suavemente un dedo en los labios, pero no me hacía caso. 
— Me da igual si [...] nos oye —gimió, delirante—. Me importa un comino. 
[…] Fue uno de los mejores polvos que yo había tenido en la vida. 

Somerset Maugham

El gran amor de la vida de Willie [Somerset Maugham] había sido un hombre llamado Gerald Haxton. Vivieron muchos años juntos hasta la muerte de Gerald […]. Nunca superó esta pérdida. Sin embargo, cuando conoció a Alan Searle […], le tomó bajo su ala protectora y se volvieron inseparables. 
[…] Los dos eran deliciosos y nos llevábamos de maravilla. Eran también voyeurs ávidos, aunque rara vez se involucraban en la acción. […] A veces querían mirar a dos amantes masculinos. Otras veces sólo querían ver a dos chicas. 
[…] Willie se sentaba en una butaca, totalmente vestido con chaqueta y corbata y las piernas cruzadas elegantemente, y miraba dando sorbos de vino mientras Alan, sentado a su lado, lo observaba todo con una expresión de jugador de póquer. 

Noël Coward

[Noël Coward] Era estrictamente oral, con muchos contactos corporales, caricias y masajes entre medias. […] Tenía gustos, aversiones y preferencias definidos, y aprendí enseguida qué botones pulsar. 

Charles Kinsey

[Charles Kinsey] se propuso estudiar la pornografía. Pero era un tema tabú en aquel tiempo. […] Era sumamente difícil encontrar pornografía en los años cincuenta. 
[…] Kinsey siempre sostuvo que la mayor colección pornográfica del mundo estaba en poder de la Iglesia católica romana en el Vaticano. […] La segunda selección más grande era propiedad del ex rey Faruk de Egipto. […] Yo tenía una relación directa con la familia real egipcia. 
— […] Conozco a la hermana de Faruk. Vive aquí, en Los Ángeles […]. 
[…] Descubrí que era muy fácil hablar con Faruk [...] Le dije que se rumoreaba que […] poseía una gran colección. 
[…] «Tengo almacenes llenos de material, tanto que nunca tendré tiempo de mirarlo todo.» 
Y me guiñó un ojo. 

Edith Piaf

Edith [Piaf], una criatura dulce, morena, de ojos y cabellos oscuros, no era exactamente bonita pero tenía una cara interesante. Pensé que era de lo más exótica, pero resultó ser una persona triste que parecía estar siempre al borde de las lágrimas. Al hacer el amor decía cosas cantarinas en francés, ronroneando de una manera grave y melosa. Nos acostamos casi todas las noches las cuatro semanas que pasó allí. 

Mae West

Durante los fabulosos años cincuenta pasaron por mi vida muchas mujeres maravillosas. Una de las más vitales e incorregibles fue Mae West. Nunca era aburrida ni vulgar y siempre se las arreglaba para suscitar controversias por lo que fuera y donde fuese. […] Todo lo que el Código Hays exigía era contrario a las cosas en que Mae creía, pero no la detuvo. […] Mae conocía el valor erótico de un forzudo guapo y siempre tenía unos cuantos que actuaban con ella en las funciones de Las Vegas.
[…] Mae West se había enamorado de uno de aquellos tipos musculosos. […] se hacía llamar Paul Novak. […] Estaba colada por él. Cuando Paul andaba cerca se comportaba como una cría. […] Me dijo lo habilidoso que era para llevarla a las cumbres del éxtasis en la cama. Alardeaba de la increíble resistencia de Paul, de su capacidad para estar empalmado toda la noche. Idolatraba a su querido Paul y le malcriaba. 
[…] Cuando los efectos de la edad empezaron a dar un giro a su vida, Mae cambió. Era una visión perturbadora. Poco a poco comenzó a controlar cada paso que daba Paul, le vigilaba como un halcón. […] Pobre Paul. A todos nos daba pena el chico. […] Se volvió un vago lamentable, gordo y echado a perder. Cuando la querida Mae murió […], era demasiado tarde para que Paul emprendiera una nueva vida solo. Para entonces era un hombre roto y derrotado. 

Steve Reeves

Uno de los culturistas más conocidos en aquella época era Steve Reeves, pero había muchos otros. Una vez le concerté un encuentro con Reeves a George Cukor. Steve andaba mal de dinero por entonces y lo hizo simplemente por pasta. 

Ramón Novarro

[Ramón Novarro] Trasegaba un vaso tras otro de ginebra y se caía de bruces al suelo, al estilo de Errol Flynn. Aunque todavía sexualmente activo y muy conocido en la comunidad gay, el alcoholismo acabó volviéndolo impotente. […] Nada le proporcionaba más placer que realizar sexo oral con un joven viril y guapo. Fácilmente podía mamársela a quince tíos, uno tras otro. Llamaba «miel» al semen. Lo reverenciaba más que nada en el mundo. Creía que tragándoselo conservaría su vigor, su fuerza, su belleza. 
La mañana del 30 de octubre de 1968, un sirviente descubrió su cuerpo en su casa de North Hollywood. La policía descubrió al final que había sido salvajemente asesinado por dos jóvenes chaperos que habían sido erróneamente informados de que Ramón guardaba miles de dólares en efectivo en algún lugar de la casa. 

Charles Laughton

Charles [Laughton] estaba casado con la actriz Elsa Lanchester. […] Era declaradamente gay. […] Siempre admiré a Elsa por la lealtad incondicional que profesaba a su marido. […] Creo que amaba a Charles profundamente. […] Quizá debido al repudio sexual al que la sometió Charles, Elsa desarrolló una predilección extraña pero pintoresca. Le apasionaban los jóvenes gays. Los seducía por todos los medios posibles y luego se valía de sus enjundiosos encantos para obligarlos a que se acostaran con ella […]. Aun a sabiendas de que era un ejercicio inútil, fantaseaba con la posibilidad de cambiarles. […] 
Como Charles se lavaba poco, debajo del prepucio se le formaba un esmegma o secreción de glándulas sebáceas. […] Muchos hombres —y mujeres, cabría añadir— que practicaban sexo oral desarrollaban un gusto por el sabor levemente agrio del esmegma. ¡Era como con las ostras, me figuro, un sabor cuidadosamente afinado o adquirido! 

John y David Carradine

A John [Carradine] […] le gustaba el sexo duro. De hecho, cuanto más fuerte mejor. […] John era cien por cien heterosexual. Le encantaban las mujeres. Las adoraba. En realidad, prácticamente las idolatraba. […] Siempre tendía un poco hacia el lado sadomaso. Su hijo David tenía gustos similares. […] El 3 de junio de 2009 descubrieron el cuerpo desnudo de David en el armario de una habitación de hotel en Bangkok. Le habían atado con una soga colgada de la barra de la ropa del armario, con un cabo amarrado alrededor del cuello y el otro alrededor de los genitales. […] La muerte de Dave fue una triste y trágica pérdida. Era un buen actor y un buen amigo mío. 

Rock Hudson

Rock Hudson […] era un actor increíblemente guapo de extracción humilde. […] Era cien por cien gay, un hecho que […] consiguió ocultar a los medios de comunicación y a sus fervientes admiradoras hasta el día de 1985 en que murió de sida. […] Recorría las calles todas las noches recogiendo a vagabundos, desconocidos y jóvenes por toda la ciudad a las dos o las tres de la madrugada, y se los llevaba a su casa para un rato de sexo. […] 

James Dean

Rock y James [Dean] se hicieron enemigos mortales en el plató de Gigante. [James Dean] era una maricona remilgada, de humor cambiante e imprevisible. Aunque tuvo algunas aventuras románticas con mujeres era esencialmente gay. […] Era un chico muy desagradable y no se molestaba mucho en ocultarlo. 

Montgomery Clift

Monty [Montgomery Clift] era una loca temperamental y malhumorada que tenía una asombrosa lengua viperina. No dudaba en herir u ofender a cualquiera. Era difícil caerle bien y despreciaba a la gente. Al igual que Jimmy, Monty siempre se comportaba como alguien superior —mejor sería decir «con aires de grandeza»— y era difícil tratarle. Su esnobismo resultaba insoportable. […] La diferencia entre los dos era que Monty recurría a mí para que le concertase encuentros, mientras que Jimmy siempre tenía detrás a una panda de chicos y chicas que lo perseguían. 

Anthony Perkins

Tony [Anthony Perkins] era un hombre intenso, sensible y complejo. Yo le apreciaba muchísimo. Proyectaba un aire de vulnerabilidad nerviosa y era un actor sumamente popular. Era gay, aunque estaba casado y tenía dos hijos. Su relación homosexual más duradera fue la que mantuvo con Tab Hunter, pero frecuentaba a muchos hombres. Le proporcioné muchos encuentros. 

Malcolm Forbes

Mike [Malcolm Forbes] llevaba lo que supongo que podría denominarse una vida gay muy limitada y totalmente secreta. Era bisexual y sólo de vez en cuando se concedía prácticas homosexuales. Siempre que venía a la ciudad se hospedaba en el Roosevelt una noche y se beneficiaba uno tras otro a seis o siete tíos. 

Clifton Webb

Conocí al actor Clifton Webb cuando él tenía ya sesenta y muchos o había cumplido los setenta. No obstante, llevaba una vida homosexual increíblemente activa aunque extremadamente oculta. […] Clifton era un hombre obsesivamente pulcro, correcto y educado. […] Vivió toda su vida con su madre. […] Él me pedía muchas veces que le llevara hombres a su casa, pero siempre se cuidaba de que Maybelle no los viera ni los oyera, a pesar de que su homosexualidad no era un secreto entre ellos. 

J. Edgar Hoover

¡Éste tío no es sólo el chófer y el guardaespaldas de [J. Edgar] Hoover, sino también su amante! Iban a compartir la cama. Así que los rumores eran ciertos. Había oído decir muchas veces que Hoover podía ser gay. 
[…] Fue un fin de semana interesante, por decir poco. […] Hoover era un hombre educado y muy agradable. Tampoco era huraño. Desde luego, no se comportaba como el imponente y odioso mandarín que tenía fama de ser. Pero mucha gente puede ser así. No son los mismos en un escenario sexual que en una profesional. […] Las noches del sábado y el domingo, él [Fred] y Hoover se disfrazaron de reinonas. Lo pasamos en grande, os lo aseguro. 

Brian Epstein

Brian [Epstein] era gay, aunque hacía lo posible por ocultarlo a su muy conservadora familia judía. […]. Era un tío simpático, nada pretencioso y al final me lié con él […]. [Los Beatles] eran los chicos más guapos y simpáticos que había visto en mucho tiempo. 

Tennessee Williams

Tennessee Williams […] no era exactamente bien parecido. Lo cierto es que muchas veces lucía un aspecto muy descuidado. […] Era un escritor brillante pero un hombre inseguro y complejo. […] Había redactado mi biografía. […] Pero […] había trazado mi vívido retrato como la madrina mariquita de todo el universo gay de Los Ángeles […]. Me ponía como si fuese la madre de todas las maricas. Se pasaba de la raya. 
[…] «Tenny, sé que eres un encanto, cariño, y sé que tienes buenas intenciones, pero rómpelo, por favor.»

Harold Lloyd

A Harold [Lloyd] le puse en contacto con muchas chicas a lo largo de los años. Todas eran bellezas y, cabría añadir, prostitutas. Pero él nunca las tocaba físicamente. Lo único que quería era fotografiarlas desnudas con su cámara especial de tres dimensiones. 
[…] Me cepillé a Mildred [mujer de Harold Lloyd] […] y en muchas ocasiones me solicitó que repitiera el favor. Harold nunca se enteró y, aunque lo hubiera hecho, estaba más interesado por la fotografía tridimensional de desnudos que por el sexo con su mujer. 

John Holmes

John [Holmes] era una leyenda. […] Un día se lo presenté a George Cukor. 
— […] tiene un péndulo de cuidado, pero el pobre chico no sabe qué hacer con él —dijo.
[…] John era tan adicto a la cocaína y la heroína que sufría una disfunción eréctil permanente y ya no lograba empalmarse. […] John Holmes no era gay, pero hacía cualquier cosa por dinero, incluidas películas de porno gay. […] Murió el 13 de marzo de 1998, a los cuarenta y tres años, como un viejo totalmente empobrecido e impotente. 

Linda Lovelace

Tony [Richardson] se empeñó en conocer a Linda [Lovelace]. […] La noche de la fiesta Linda se presentó con un vibrador grande de látex para poder hacer una demostración de las mejores técnicas de la felación. No se oía el vuelo de una mosca mientras llevaba a cabo la demostración. 

Néstor Almendros

Néstor [Almendros] era gay y a pesar de su carácter tímido y retraído a veces le arreglé citas o incluso estuve yo con él. […] Después de su muerte llegó una carta y un paquete de su abogado neoyorquino. La carta explicaba que en su testamento Néstor me había dejado su Oscar de la Academia y el paquete contenía la estatuilla cuidadosamente envuelta. Es mi tesoro, pero confieso que me considero simplemente su custodio. Sigue perteneciendo a Néstor y siempre será suya. Pero me recuerda constantemente mi estrecha amistad con él y con todas las demás personas de la industria del cine y la televisión con un talento maravillosamente creativo que he conocido a lo largo de mi vida. Gente fabulosa, todas ellas".

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